martes, 30 de septiembre de 2008

Basada en una historia real

Muchas mujeres han dado su vida por la libertad y por el amor, no es mi intención abrir un debate sobre memoria histórica pero las milicias son dignas de ser recordadas...

Corría el año 1.936 en España, acababa de cumplir 16 años y experimentaba libertades que mi madre jamás habría llegado a imaginar, como mujer ya podía ejercer (dentro de unos años cuando fuese mayor de edad) mi derecho a voto y aunque mi padre le indicase a mi madre lo que debía votar,yo ya tenía muy claras mis ideas políticas.

Por las tardes iba a la casa del pueblo a aprender costura, debatir y compartir experiencias con mis compañeros y camaradas de las juventudes comunistas y socialistas, nos juntábamos todos para hablar de revolución obrera, de libertad, de sueños, de igualdad... Algún día las mujeres podríamos acceder libremente a estudios superiores, a trabajar de jefas como lo hombres; la república hizo mucho por nosotras, pero quedaba un largo recorrido por cubrir, una lucha con dieciséis años que pronto sería real.

Corrían rumores de que el ejercito se iba a levantar contra el gobierno legitimo que tantas libertades y sueños nos brindaba a nosotros, la clase obrera. Una tarde llegué a la casa del pueblo y mis compañeros se estaban subiendo a unos camiones con una maleta, unas banderas y una gran cara de preocupación. La guerra civil acababa de estallar y teníamos que defender como fuese, nuestra libertad.

Creía, inocente de mí, que la guerra iba a durar dos días. Cogí una pequeña maleta y me despedí de mis seres queridos para unirme en la batalla a mis camaradas de juegos y debates, En aquel viejo camión nos dirigíamos a la sierra, nuestra misión, evitar que el ejercito nacional avanzase para arrebatarnos lo nuestro. Yo jamás había cogido un fusil en la mano, no sabía lo que me esperaba. Nos dieron un uniforme y durante varios días nos enseñaron a disparar, a escondernos, a trepar, a sobrevivir.... nuestra milicia se estaba convirtiendo en una letal guerrilla antifascista.

Alejados en el monte de nuestros seres queridos, convertimos la milicia en nuestra familia. Allí sentí cosas que jamás mi corazón olvidó... Todos eramos iguales hombres y mujeres en todo tipo de tareas, no eramos muchas mujeres las que nos atrevíamos a estar en el frente, pero las que allí estábamos unimos lazos para siempre.

Por las noches y sin saber muy bien porqué, me quedaba embelesada mirando para aquella experimentada guerrillera andaluza que estaba con nosotros, era inteligente, simpática, luchadora, guapa y paciente. Siempre tenía una palabra amable para todo el mundo y como se suele decir me salvo el pellejo en más de una ocasión, hasta cocinaba bien.

Durante los permisos que nos daban para visitar a nuestros padres nos carteábamos y a mí se encogía el estomago solo de pensar que iba a tardar en verla semanas, sin pensar si quiera en el peligro real al que nos exponíamos....

Una tarde una granada sesgo su vida para siempre, murió por la libertad, por el voto de la mujer, por la escuela pública, por los derechos de los campesinos, por la lucha sindical, por el derecho a la medicina gratuita, por la igualdad, murió defendiendo sus ideas, murió sin un entierro “digno”, sin que su familia conociese su paradero, murió sin que nadie la recordase...

Ella fue mi primer amor, el más profundo e inocente, el que te marca de por vida, el que pase lo que pase, no quieres olvidar jamás, murió por nosotras como muchas otras personas...

Muchos años después, en el 2.008 todavía no conozco que hizo el bando nacional con su cuerpo y todavía existen personas que no entienden que para descansar en paz necesitamos colocar a nuestros seres queridos en el lugar que se merecen para poder cerrar de verdad aquella herida mal cerrada.




martes, 2 de septiembre de 2008

La princesa y la duquesa

A veces se confunde el amor con egoísmo, el miedo con la prudencia o simplemente la verdad con lo que uno/a quiera ver

En un castillo lejano y hermoso vivía una joven y atípica princesa conocida por su amor por los libros y los juegos populares, entre otras cosas que no son de demasiado interés para nuestro cuento. La princesa era una asidua a las justas de caballeros, le encantaban las armaduras brillantes y la destreza de los nobles encima de los bravos caballos a veces asustados por el clamor del pueblo en el recinto. Esta demostración de fuerza varonil y deportiva le resultaba interesante quizás por no poder participar por su condición de mujer y miembro de la realeza en ella.
A este tipo de eventos iba también un príncipe de un reino cercano. El príncipe no participaba nunca en las luchas ya que era muy delgado en comparación con el resto de rivales, su piel era tan blanca casi como la hoja de una margarita y su pueblo lo conocía además de por su débil físico por su carácter introvertido y silencioso demasiado tímido para el cargo que ostentaba.
La princesa que tenía una gran curiosidad por conocer la verdadera naturaleza de este príncipe, se presento en una de las justas de caballeros y poco a poco, con paciencia y tolerancia por ambas partes se fueron haciendo muy amigos. Corrían rumores de noviazgo por los dos reinos pero nada más lejos de la realidad. Como toda amistad profunda los jóvenes príncipes se contaban secretos, sentimientos y pensamientos que solamente un amigo puede entender y guardar formando así un lazo que ambos consideraba indivisible.
Siempre hay secretos que nunca se cuentan hasta que tienes suficiente confianza la princesa, pensando que el endeblucho muchacho la iba a comprender le contó su mayor secreto, estaba enamorada de la duquesa del lago mágico y mantenían a escondidas una hermosa relación de pareja sólida y sincera. El príncipe no pareció darle importancia pero desde aquel instante se comporto de una manera distante y fría.
La princesa y la duquesa seguían con su relación a escondidas mientras el celoso príncipe tramo un plan para conseguir el amor de aquella dama que le brindaba amistad . Poco a poco se fue acercando a la familia de la princesa y a sabiendas de que jamás la iban a ver con otro hombre comenzó a decir que en cuanto pudiesen se iban a casar, preparando incluso la ceremonia y los anillos.
Pero el amor no siempre sabe de secretos y las dos nobles mujeres decidieron hacer pública su relación, descubriendo con esto que muchas personas las apoyaban y otras se alejaban por desconocimiento y miedo, pero el tiempo y la sabiduría ponen a cada uno en su sitio. Incluso por amor a sus hijas, los duques del lago y los reyes, les regalaron un palacio donde poder disfrutar su amor libremente aunque con algunas reticencias que se fueron venciendo con el tiempo.
El príncipe avergonzado y olvidado por tan importante noticia huyó a escondidas perdiendo así una gran amiga y el cariño de su familia. La princesa se enteró pasados muchos años de la actitud de su desaparecido amigo provocándole una gran tristeza y un gran dolor en su corazón, superando con su pareja algo que como mínimo sonaba a traición.
El amor colmó de felicidad a las mujeres y de soledad al príncipe que no supo reconocer que la amistad es uno de los regalos más importantes que podemos tener como seres humanos, con el tiempo el príncipe también se casó con otra mujer pero nunca pudo olvidar a su lésbica y especial amiga.
palyginti kainas