viernes, 18 de abril de 2008

La pesadilla

Desea algo con todas tus fuerzas, seguro que si no decaes consigues aquello por lo que luchas y sueñas.

Todas las noches se acostaba en la cama colocando en la mesilla una botella de agua y un libro, era un ritual que casi nunca interrumpía, ella se ponía su pijama, se ataba el pelo en una cola, bebía unos sorbos de la botella y leía, se ensimismaba tanto en los relatos y en los cuentos que a veces llegaba la mañana continuando el libro en sus manos. El tema de lectura siempre variaba, a veces eran libros técnicos, a veces leyendas lejanas... en ocasiones relatos eróticos, de vez en cuando incluso literatura de auto ayuda.

Mi ritual nocturno consistía en tumbarme a su lado, soy un poco más tecnológica así que sustituyo a menudo los libros por el ordenador portátil y las revistas de opinión por un blog. Suelo disimular, parezco ensimismada con mi equipo informático pero de reojo la observo, me encanta estar a su lado en silencio, sintiendo simplemente su calor arropándome junto a las mantas. Podría ser su almohada durante el resto de mis días, adoro estar tumbada al lado de ella, soy una mujer afortunada.

Una noche se quedo dormida con su libro en la mano, se lo quite despacio para no despertarla, la tape bien y encantada me dormí a su lado pero algo sucedió, de madrugada se despertó asustada sudorosa, una horrible pesadilla había osado apodarse del descanso de mi amada, no quise hurgar en la herida, la tranquilice y de nuevo nos dormimos.

A partir de aquella pesadilla algo cambió, mi hermosa lectora dejo de leer y se dormía antes, parecía como si de pronto su costumbre ya no le gustase, las noches aunque no me lo contase, parecían angustiarla, se abrazaba a mi como si el mundo fuese a terminar y cuando por fin se relajaba era cuando se dormía.

No soporto ver a mi mujer mal, desee con todas mis fuerzas que perdiese ese miedo al sueño, desee saber que era aquello que tanto la atemorizaba, desee convertirme en su sueño para calmar su aflicción, desee protegerle aquello que no conociese, desee ser su angelita guardiana, por lo menos durante aquellas noches de temor. Dicen que cuando deseas algo con mucha fuerza se hace realidad, y eso fue lo que sucedió, mis deseos se convirtieron en realidad.

Esa noche me dormí mas pronto de lo habitual, una bruja malvada me llevaba a un castillo oscuro y tenebroso, donde ardían miles de libros en una hoguera, la bruja reía sin cesar y amenazaba a todas aquellas personas que leyesen con despojarlas de lo que mas amasen, seres queridos, sueños. Futuro... de pronto entendí que le pasaba a mi mujer.

Como era consciente de que estaba en un sueño, desee tener un camión de bomberos para apagar aquella horrible hoguera y así de nuevo sucedió, encerré a la bruja en la torre del castillo y regresé a los brazos de mi amada. Encontrando de nuevo mi tan amada rutina nocturna.

Desead algo con todas vuestras fuerzas, lo lograreis.


jueves, 17 de abril de 2008

La estudiante misteriosa

Cuando ví a mi pareja por primera vez, supe que iba a ser para mi, esta historia no tiene mucho que ver con la nuestra pero quien sabe si a alguien le sucedíó...

Todos los días pasaba por delante de mi casa con una mochila al hombro y una carpeta debajo del brazo, siempre a la misma hora, con la mirada perdida, se dirigía a la parada del autobús, se sentaba fumando un cigarro y cuando el autocar, no tan puntual como ella, se paraba ella se subía a él posiblemente para dirigirse a la universidad.

Era joven, no demasiado alta y tampoco demasiado delgada, tenía los hombros anchos y unas hermosas caderas que siempre cubría con unos pantalones vaqueros. Morena, sencilla, interesante… Al principio a penas me fijaba en ella, pero poco a poco sin saberlo se convirtió en una persona casi indispensable para mí, todas las mañanas entraba en mi vida sentándose en su parada del autobús.

Todas las mañanas la saludaba y ella siempre respondía con una sonrisa cada día más deslumbrante. Comencé a soñar con ella todas las noches y un día sin saber porque le regalé un bolígrafo viejo y hermoso que tenía abandonado en casa. Lo agradeció invitándome a un café, además de guapa era inteligente, me había enamorado.

La chica del autobús me entregaba todas las mañanas una historia o un cuento, escritos con el viejo bolígrafo “para que veas que le doy uso” me decía, leía los cuentos con avidez y los guardaba en mi mesilla como si de una pequeña biblia se tratasen, jamás me pregunte cual era la razón de estos cuentos.

La mañana anterior al fin de las clases me encontré con una carta en el buzón de mi casa, parecía estar escrita por la estudiante que robaba mi corazón por las mañanas, la abrí con rapidez y curiosidad, la carta decía así: “El curso ha terminado y no regresaré a la parada del autobús, los cuentos que he escrito te acompañarán siempre que los recuerdes y el bolígrafo que me has regalado siempre lo llevo pegado a mi corazón, si algún día nos encontramos de nuevo, seré tuya”

Durante semanas estuve triste y decaída, no podía parar de pensar en aquella hermosa y sencilla chica, leía sus historias intentando adivinar que era lo que le sucedía, viajaba en el autobús buscando alguna pista sobre su paradero, pero nada sabía de ella, las mañanas se convertían en tristeza y ella ya no estaba.

Una noche, cuando la avenida se encontraba desierta allí estaba ella, en la parada, no me atrevía a decirle nada, me senté a su lado para hacerle compañía y sin mediar palabra me besó. El tiempo se paró, mi corazón se aceleró, mis piernas temblaban. Era dulce, sensible, tierna, su misterio se convirtió en mi perdición, solo puedo decir que cumplió su contrato, fue mía, ahora ya no es un misterio, es la mitad que llevo buscando toda mi vida, la mujer que ama a otra mujer, la mujer que hace que mi amor lésbico sea un cuento convertido en realidad.

miércoles, 9 de abril de 2008

El tambor

La música rodea nuestra vida, sonidos que nos unen y nos hacen felices, el día de mi cumplaños alguien me hizo un regalo musical...

La música fluía libremente por mis venas, los sonidos de los tambores africanos aceleraban mi corazón que a su vez movía mi cuerpo sin poder ni querer evitarlo. El sol acariciaba la arena de la playa calentando el ambiente y el mar con su brisa refrescaba a todos los presentes en aquel lugar. Los niños se bañaban en la orilla salpicándose con las olas, los mayores paseaban, todo el mundo parecía disfrutar de aquella tarde de verano.

Nosotras siempre que podíamos nos acercábamos con nuestros instrumentos a tocar cualquier cosa que pudiésemos bailar o que supiésemos tocar, yo tenía un tambor africano, era un tambor especial, un instrumento de percusión mágico. Mi novia, junto con mis amigas, me lo habían regalado el día de mi cumpleaños y aunque parezca increíble casi lloro de la emoción cuando cayó en mis manos...

Aprovechaba en mi tiempo libre para tocarlo, dándome cuenta de que cada vez que sonaba algo fantástico sucedía, la gente que lo escuchaba se alegraban y animaban olvidándose de todos sus problemas así que cada vez me gustó mas tocar el tambor.

Aprendí a tocar ritmos árabes y exóticos, incluso me atrevía a improvisar en el coche cuando íbamos a algún sitio de viaje, la música era como una droga para mí, ver feliz a las personas que quería era sin duda alguna lo mejor que me habían regalado en mi vida. El tambor casi se convirtió en mi mascota, pero los instrumentos de percusión tienen un pequeño problema, el enorme dolor de cabeza que pueden llegar a provocar. Mi pareja se estaba haciendo fan de la aspirina.

Decidí compensarla por ello, busqué en todas las tiendas de la ciudad ropas y adornos morunos, busque frutas y recetas de comida arabe. Mientras ella trabajaba, preparé la casa convirtiéndola casi en una jaima. Perfumé nuestra habitación con los mejores inciensos y esencias, me encerré en la cocina hasta ser capaz de llevar adelante aquellas extrañas recetas y puse encima de la cama una rosa.

Mi pareja es una persona muy metódica lo cual para ciertas ocasiones es algo fantástico porque siempre se a que hora va a llegar a casa. Cuando abrió la puerta la lleve disfrazada de mujer sacada de las mil y una noches al salón donde le esperaba una cena acompañada con tes de todo tipo. De fondo nos acompañaban los sonidos de tambores africanos, esta vez no era el mio.

Cuando terminamos la cena, en vez de tocar, baile. Baile para ella como nunca jamás lo había hecho, baile como si aquellos sonidos estuvieran hechos para mi, baile hasta terminar tumbada a su lado en la cama, bailamos juntas en el colchón escuchando el sonido de unos nuevos tambores, el de nuestro corazón latiendo al unisono.

Lo que nos rodea es mágico pero si nos rodea con música todavía es mas fantástico. Gracias por mi regalo de cumpleaños.



jueves, 3 de abril de 2008

Perfumes mágicos

Olores, impregnan nuestros sentidos, nuestros recuerdos, nuestras hormonas....

Existen muchas teorías acerca de lo que producen los diferentes olores en el ser humano, incluso hay una cosa llamada aromaterapia que explica todas esas reacciones y para que podemos utilizar las esencias en la mejora de nuestra salud, de nuestro estado de animo y un largo etc. Además a la mayoría de chicas que conozco les encanta oler bien, personalmente adoro las chicas perfumadas pero no en exceso.

Hace muchos muchos años en un reino muy lejano, una bruja poderosa creada pócimas mágicas para embrujar a todos aquellos que le encargasen algún hechizo para enamorar a alguien, curar alguna enfermedad e incluso doblegar la voluntad de aquellos que recibían aquellos mejunjes por encargo. La bruja tenía una hija a la cual enseñó todos sus secretos y esta a su vez realizaba las hechizantes mezclas mágicas intentando hacer el bien ayudando a todo aquel que tuviese un problema.

Paso el tiempo, las brujas se hicieron mayores, dejando de fabricar estas formulas y el tiempo que todo lo borra, hizo que se perdiese el conocimiento de las pócimas mágicas además de eliminar de la memoria lo que estas dos hechiceras eran capaces de conseguir. Lo que los habitantes de el reino no sabían, era que las dos magas dejaron escrito una pócima de amor, una pócima para que las mujeres enamoradas cuando la utilizasen no tuviesen ningún tipo de rechazo social, para que se amasen todavía más y para que cuando un problema las acechase la pócima les enseñase el camino para resolverlo.

Guardada en un cajón durante siglos la receta olvidaba a nadie pudo ayudar, pero siglos despues fue encontrada por una compradora de aquel castillo ancestral abandonado. Creyendo esta rica mujer que aquel manuscrito hablaba de un perfume decidió fabricarlo para “estrenar” la cocina de aquel lugar. Lo hizo con la maestría de una química, con amor delicadeza y esmero, dejando reposar una noche aquel preparado magnifico.

A la mañana siguiente, la mujer coloco en su cuello unas gotas de aquel perfume invadiéndola de pronto una maravillosa sensación de alegría y positivismo, la mujer se sentía mas hermosa que nunca, para ser sincera su imagen irradiaba fuerza y magnetismo.

Durante unas semanas la mujer continúo disfrutando de aquel olor embaucador, una noche, cuando se iba a retirar a su alcoba, su secretaría, sin mediar palabra la besó en los labios dulcemente retirándose a su cama educadamente. Esto se fue sucediendo noche tras noche sin tocar el tema por el día, cuando se dieron cuenta, llevaban veinte años juntas y enamoradas, utilizando siempre el mismo perfume mágico....

Quien sabe, quizás vosotras llevéis en vuestro cuello alguna pócima mágica, sacada de algún reino lejano y olvidado....

miércoles, 2 de abril de 2008

Lo que trae la tormenta

Todos los días llevamos cosas nuevas y diferentes a nuestras casas, a veces solamente son pequeñas historias como esta...

Me gustan los días de tormenta, sobre todo si estoy en casa, escuchar el ruido de las gotas de lluvia en la ventana, los rayos iluminando la habitación durante unos segundos, sentir el frío al otro lado del cristal y aunque no sea demasiado ético por mi parte, ver correr a la gente buscando un refugio donde escapar de una mojadura segura. En numerosas ocasiones me siento con mi pareja en el sofá, nos abrazamos y nos tapamos hasta las orejas con una de esas mantas de forro polar disfrutando de una tarde de tormenta aprovechando de el gran invento de la calefacción eléctrica.

La lluvia tiene nombre de mujer, gracias a la lluvia tenemos agua y gracias al agua tenemos vida; existen muchos tipos de lluvia cuando era niña creía que los ángeles nos mostraban su estado de animo por la climatología del momento, pero la ciencia desecho esta inocente creencia, ahora simplemente la veo molesto o agradable según lo que toque hacer ese día.

Un día de frío, al salir de trabajar, una gran tromba de agua provoco que llegase totalmente empapada a casa, tuve que cambiarme hasta la ropa interior. Fui corriendo al armario para elegir un pijama suave y calentito, cuando rebuscaba entre la ropa algo se movió en los pantalones vaqueros mojados que ya estaban en el suelo del cuarto; como tenía frío no preste mayor atención, me enfundé en mi prendas secas, sequé el pelo con el secador y cuando iba a llevar la ropa húmeda al cesto de la ropa sucia una voz gritó: ¡Ten un poco mas de cuidado!
Instintivamente solté todo lo que llevaba en los brazos, así que tuve que recoger de nuevo la ropa del suelo. De nuevo escuché aquella voz “Te he dicho que tuvieses mas cuidado”. Creí que con el frío y la humedad estaba delirando del constipado pero otra vez... “Estoy aquí, no se te ocurra meterme en la lavadora”

Coloqué la ropa encima de una mesa. Fijé la vista en aquel montón y de pronto una pequeña mariquita salió de uno de los bolsillos. El simpático insecto se sacudió como si de un perro se tratase, movió sus alas rojas y negras para secarse, se paseo por la mesa como si fuese su casa, al final decidió sentarse encima de un pequeño quemador de incienso. Nos miramos durante unos minutos sin decir nada.

Cuando estaba a punto de colocar a mi nueva amiga en un lugar seguro para que ni mi pareja ni yo pisásemos por equivocación a la mariquita, otra salió estornudando de el otro bolsillo del pantalón. Parecían ser una pareja de mariquitas enamoradas, sin decirles nada las coloqué en una caja de cerillas con unas hojas de lechuga y un poco de agua, puse la caja cerca de uno de los radiadores y me olvidé por completo de las inquilinas.

A la mañana siguiente nos encontramos la caja de las mariquitas vacía, al llegar a la cocina nos esperaba un gran desayuno con toda la mesa llena de flores y una nota escrita con una letra muy simpática que decía: “Sabemos que vosotras también sois una pareja de chicas enamoradas, gracias por resguardarnos de la lluvia, otro día quedamos para comer”

Todavía no sabemos cuando será la cita con las lésbicas mariquitas pero desde ese día siempre miro en el bolsillo después de una tormenta.
palyginti kainas